Reaccionar al desánimo genera una buena disposición
Suelo afirmar a mis estimados lectores y a mis queridas lectoras que ¡reaccionar al desánimo genera una buena disposición! De lo contrario, ¿qué nos queda? ¡¿Echarnos a morir?! ¡Jamás!
El Alma carece de constante estímulo a la práctica de las Buenas Obras. ¿Por qué decirles a los jóvenes que no alimenten la Esperanza? Si el noble idealismo no sobrevive, ¿qué les quedará? Un campo abierto para el desaliento. Todos se dan cuenta que, en un mundo globalizado, el mal que ocurre allá (dondequiera que sea) podrá afectarnos aquí. Miren el caso de la economía mundial con el impacto sentido en el 2008, sospechado por pocos y cuyos reflejos se extienden hasta hoy. Increíble, ¿verdad? Por ello, es necesario que surja algo más allá de la presente etapa del conocimiento terrestre: conectarnos con el Gobierno Ideal, que comienza en el Cielo. Fue el propio Cristo Quien aseguró tal realidad en estos Versículos Infalibles de Jesús:
“18 De cierto, de cierto les digo que todo lo que aten en la Tierra, será atado en el Cielo; y todo lo que desaten en la Tierra, será desatado en el Cielo.
“19 Una vez más les digo que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los Cielos, se lo concederá.
“20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy Yo, en medio de ellos” (Evangelio de Jesús, según San Mateo, 18:18 al 20).
Es imprescindible aplicar, en todas las circunstancias, la Espiritualidad Ecuménica, ante todo. Se trata de un tema que, algún día, la cautelosa Ciencia abordará sin prejuicios. La intuición, ya lo he escrito, es la inteligencia de Dios en nosotros.
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