La verdadera ciudadanía se origina en el Cielo
Generalmente, los pueblos y sus patrias han logrado sobrevivir, a pesar de la falta de educación y de la caridad, del hambre, de la peste o de la guerra. Y esto se debe a la fuerza del Espíritu Inmortal que habita cada uno de sus ciudadanos, sean o no conscientes de esa realidad. Es fundamental comprender que la verdadera ciudadanía se origina en el Cielo, desde donde realmente venimos, porque hay Vida antes que la vida.
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El Santo Evangelio de Jesús, según San Juan, 1:1 al 5, nos revela: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de Él fueron hechas, y nada de lo que se hizo fue hecho sin Él: Jesucristo. La vida estaba en Él, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, pero las tinieblas no prevalecieron contra ella”.
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Este principio divino se refleja en la preocupación y en el respeto que las tradiciones espirituales tienen por la existencia celestial, que precede y reemplaza a la materia.
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