Desarmar los corazones

Por una Cultura de Buena Voluntad y Paz, nacida en JESÚS.

Fuente: revista ¡JESÚS ESTÁ LLEGANDO!, edición 157, en portugués, marzo 2022.

El mundo enfrenta grandes desafíos: tensiones geopolíticas, eclosión de guerras, amenazas atómicas, la pandemia del COVID-19, muchas catástrofes naturales que devastan a todos y hacen que las personas lloren de tanto dolor. Por eso, el periodista Paiva Netto, Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, les dedica, estimadas lectoras y queridos lectores, estas páginas con profundos análisis sobre la necesaria construcción de la Paz sobre un fundamento indestructible, que no se sujeta a pactos ni contingencias humanas: Jesús Ecuménico, el Señor de la Paz. Son palabras extraídas de sus importantes artículos escritos a lo largo de décadas, publicados con gran impacto en la prensa brasileña y mundial, en publicaciones de la LBV dirigidas a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en libros que se convirtieron en best sellers. No podían haber venido en mejor momento que este, para exaltar y amparar el Alma afligida, secar las lágrimas y renovar las fuerzas para que, con la Fe que Realiza, sigamos luchando por un futuro más justo, solidario y pacífico, seguros de que estamos amparados por el Padre Celestial, incluso en los peores tormentos.

¡Buena lectura!

Los editores

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“Apártese del mal y haga el Bien; busque la Paz y sígala”.
(I San Pedro Apóstol, 3:11)

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San Pedro Apóstol

Infelizmente, la trayectoria del planeta ha sido de constante derramamiento de sangre. Estamos siempre al borde de nuevos conflictos bélicos con proporciones cada vez más aterradoras. Es lo que vemos por todas partes, especialmente ahora con lo que ocurre en el Viejo Continente. Muchos ya afirmaron: “en la guerra no hay ganadores”. Por lo tanto, es imperativo que hablemos de la importancia de la Paz. A final, el camino de la LBV es la Paz.

Jesús, el Dolor y el origen de Su Autoridad: El Poder del Cristo en nosotros

Releyendo mi libro Jesús, el Dolor y el origen de Su Autoridad: El Poder del Cristo en nosotros (2014), encontré algunas modestas anotaciones, que me gustaría presentarles a ustedes que me honran con su lectura, para que reflexionen:

Arquivo BV

André Rebouças

Lamentablemente, los pueblos aún no regularon sus lentes para ver que la verdadera armonía nace en el interior esclarecido de cada ser humano, por el Conocimiento Espiritual, por la Generosidad y por la Justicia. Como suelo afirmar y, otras veces, lo comentaré, esto genera abundancia. La tranquilidad que el Padre-Madre Celestial tiene para brindar —visto, en todas las direcciones, con equilibrio y reconocido como inspirador de la Fraternidad Ecuménica— no se asemeja para nada con las negociaciones frustradas y los acuerdos ineficientes a lo largo de nuestra historia. El ingeniero y abolicionista brasileño André Rebouças (1838-1898), tradujo en metáfora la inercia de las perspectivas exclusivamente humanas: “(...) La paz armada es para la guerra, como las enfermedades crónicas para las enfermedades agudas; como una fiebre persistente para el tifus. Todas esas enfermedades aniquilan y matan a las naciones; es solo una cuestión de tiempo”. (El destaque es mío).

Ahora bien, vivir la Paz desarmada, a partir también de la fraterna reeducación moral y espiritual de todas las naciones, es una medida definitiva para la supervivencia de los pueblos. Pero, para ello, es necesario, primero, desarmar los corazones, conservando el sentido común, conforme enfaticé a la compacta masa de jóvenes de todas las edades que me oían en la ciudad de Jundiaí, São Paulo, Brasil, en septiembre de 1983 y publiqué en el diario Folha de S.Paulo, del 30 de noviembre de 1986. Incluso porque, como destaqué en ese día, el peligro real no está únicamente en los armamentos, sino también en los cerebros que crean las armas; y que generan las condiciones, locales y mundiales, para que las utilicen, los dedos que presionan los gatillos, y que aprietan los botones.

Solas, las armas no hacen nada, tampoco surgen por “generación espontánea”. No obstante, son peligrosas, aunque se las guarde en los almacenes. Pueden explotar y se oxidan, contaminando el medio ambiente. Ellas son el efecto de la causa ser humano cuando está alejado de Dios, la Causa Causarum*1, que es Amor (Primera Epístola de San Juan, 4:16). Nosotros que, distanciados del Bien, somos las verdaderas bombas atómicas, las armas bacteriológicas, químicas, los cañones, los fusiles, cuando no somos cumplidores o cumplidoras de los preceptos de Fraternidad, Solidaridad, Generosidad y Justicia del Cristo, que es el Señor Todopoderoso de este planeta.

El día en el que el individuo, reeducado sabiamente, no tenga más odio para disparar artefactos mortíferos, mentales y físicos, estos perderán todo su terrible significado, toda su mala razón de “existir”. Entonces, ya no serán construidos.

Es necesario desactivar los explosivos, terminar los rencores, que insisten en habitar los corazones humanos.

Jesús, el Príncipe de la Paz

Este es el gran mensaje de la Religión del Tercer Milenio, inspirado en el Cristo, el Príncipe de la Paz: desarmar, con una fuerza mayor que el odio, la ira que dispara las armas. Se trata de un trabajo de educación de amplio espectro; más que eso, de reeducación. Y esa poderosa energía es el Amor Fraterno —no el aún incipiente amor de los seres humanos—, sino el Amor de Dios, del que todos nosotros necesitamos alimentarnos. Tenemos, en nuestras manos, la más potente herramienta del mundo. La que, sí, es capaz de evitar los diferentes tipos de guerras, que, al principio, nacen en el Alma del ser viviente, cuando está enferma.

Las personas discuten el problema de la violencia en la radio, en la televisión, en la prensa o en Internet y se quedan cada vez más perplejas por no descubrir la solución para erradicarla, a pesar de tantas y brillantes tesis. En general, la buscan lejos y por caminos intrincados. Sin embargo, la solución no se encuentra distante; está cerquita, dentro de nosotros: ¡Dios!

“(...) el Reino de Dios está entre ustedes” (Evangelio de Jesús, según San Lucas, 17:21).

Arquivo BV

Alziro Zarur

Debemos siempre repetir que ¡Dios es Amor!(Primera Epístola de San Juan, 4:8). No el amor banalizado, sino la Fuerza que mueve los Universos.  Lamentablemente, la mayoría abrumadora de los llamados poderosos de la Tierra aún no cree bien en este hecho e intenta descalificarlo, en vano. Son los pretendidos “dueños de la verdad...”. Sin embargo, “el próximo y último Armagedón cambiará la mentalidad de las naciones y de sus gobernantes”, aseguraba el Proclamador de la Religión Divina, Alziro Zarur (1914-1979). Y yo le pido permiso a él para añadir: gobernantes supervivientes.

De acuerdo con lo anunciado en el austero capítulo 16, versículo 16, del Libro de la Revelación, el Apocalipsis, “Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”.

(Armagedón, lugar donde reyes, príncipes y gobernantes son agrupados para la batalla decisiva).

Alabanzas a la Paz

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Rui Barbosa

En estos tiempos oscuros que atraviesa la humanidad —como dije en mi artículo “Alabanzas a la Paz”—, si no nos resulta posible evitar la Tercera Guerra Mundial, fruto de la siembra de milenios de locuras humanas, no deseamos el remordimiento de no haber hecho lo posible y lo imposible para recordar al mundo la Paz de Dios. Por todos los medios y modos, contraponemos desde hace mucho el dictado latino: “Si quieres la Paz, prepárate para la guerra” (“Si vis pacem, para bellum”), proclamando el espíritu que inspiró a Rui Barbosa (1849-1923), el valiente “Águila de La Haya”, cuando dijo: “Si quieres la Paz, prepárate para la Paz”.

En mi libro Reflexiones y Pensamientos: Dialéctica de la Buena Voluntad (1987), al hablar sobre la Paz, cuya conquista es tan angustiosa para la humanidad —que ha vivido cada vez más con la “espada de Damocles” colgando sobre su cabeza—, considero que, en un futuro que nosotros, civiles, religiosos y militares con sentido común, deseamos cercano, no se establecerá más la Paz bajo la amenaza de las bombas nucleares; de las orugas de tanques o el tronar de cañones; sobre pilas de cadáveres o multitudes de viudas y huérfanos; ni siquiera sobre grandiosas realizaciones del progreso material sin Dios, es decir, sin el correspondiente avance espiritual, moral y ético. Por el camino del Amor, o, caso prefiera, del Dolor, el ser humano descubrirá que no es solamente intelecto, estómago y sexo, sometido a lo que toma como realidad única del mundo. Hay en él un Espíritu Eterno, que le habla de otras vidas y otros mundos, que busca por la Intuición o por la Razón. La paz de los hombres es, aún hoy, la de los lobos y de algunos locos imprevisibles que dirigen los pueblos de la Tierra.

La Paz, la verdadera Paz, nace primero del corazón limpio del ser humano. Y solamente Jesús Ecuménico puede purificar el corazón de la humanidad de todo el odio, porque Jesús es el Señor de la Paz. Y Él mismo afirma, como tantas veces recordó Alziro Zarur: “Yo soy la Vid y ustedes son las ramas; sin mí ustedes nada pueden hacer. No se turbe su corazón ni recele. Porque ¡Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo! No los dejaré huérfanos. Un Nuevo Mandamiento les doy: ámense como Yo los he amado. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos, si tienen el mismo Amor unos por los otros. No hay mayor Amor que este: donar la propia Vida por sus amigos” (Evangelio de Jesús, según San Juan, 15:5, 14:18, 13:34 y 35, 15:13).

Otro paradigma

Debe haber un paradigma para la Paz. ¿Pero de quién? ¿¡De los gobernantes del mundo!? ¡Aún, en la actualidad, mientras se discute sobre la Paz, los países se arman progresivamente! Ha sido así la historia de la “civilización”. “Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?” (“¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”).

¿Qué tal probar ese paradigma novísimo?

Paz: obra personal de Jesús

Escribió Zarur en la 20a Clave Bíblica del Regreso Triunfal del Jefe Supremo del planeta: “Ningún hombre, ningún grupo fuerte, ningún pueblo, ninguna nación superpotencia, comunista o capitalista, podrá establecer la Paz en la Tierra. Esto es obra personal e intransferible de Jesús. Solamente el Cristo tiene poder —en el Cielo y en la Tierra— para realizar esa maravilla”.

Tela: Heinrich Tischbein (1722-1789)

Por eso, la Religión del Tercer Milenio humildemente hace una sugerencia: ¿la humanidad quiere vivir en armonía? Entonces, que viva y se inspire en las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, que es el Señor de la Paz, al punto de decir: “Mi Paz les dejo, mi Paz les doy. No les doy la paz del mundo. Les doy la Paz de Dios, que el mundo no les puede dar. No se turbe su corazón ni recele, porque ¡Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo!” (Buena Nueva, según San Juan, 14:27 y 1, y San Mateo, 28:20).

Es decir, esa Paz existe; no es una utopía. Negarla es negar a Jesús, menospreciar la civilización. Le cabe al ser humano encontrarla mientras haya tiempo.

La Paz de Dios puede parecerles a los derrotistas algo lejano, de tan bella... Sin embargo, eliminar ese foso depende únicamente de nosotros. No será por considerarla distante que debamos dejar de buscarla. Al contrario. Trabajemos por la Paz ¡ya! Nuestros mayores amigos son los grandes desafíos, porque nos impiden desistir de la Vida. ¡Vamos, pues, adelante, porque Dios Está Presente!

Todos están profundamente preocupados por la brutalidad que predomina en la Tierra, en busca de una solución para por lo menos disminuir la violencia, que salió de los lugares ocultos, de las madrugadas sombrías, porque tomó las calles y los hogares, invadió mentes. Sin embargo, hoy aumenta el entendimiento de que, si hay violencia, no es solo problema de los gobiernos, de las organizaciones policiales, sino un desafío para todos nosotros, la sociedad. Si ella salió de la noche oscura y vino a mostrarse a la luz del día, es porque habita en el interior de los seres humanos. Existiendo en las Almas y en los corazones, se hará presente donde el ser humano esté. Recalco: es necesario desactivar los explosivos que perduran en los corazones.

(…)

Construir la concordia en el mundo

En la revista Globalización del Amor Fraterno (en español, alemán, esperanto, francés, inglés, italiano y portugués), entregada por la Legión de la Buena Voluntad a los jefes de Estado y demás delegaciones presentes en el High-Level Segment 2007, en la sede de la ONU, en Ginebra, Suiza, publiqué, de mi libro Reflexiones del Alma (2003), un valioso fragmento extraído del preámbulo de la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aprobada el 16 de noviembre de 1945, por considerar que otro camino para la humanidad será el de la destrucción: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz”.

Es esencial destacar las propuestas y acciones de real entendimiento. Porque un camino diferente para los pueblos será el del remedio amargo. Por ello, no perdamos la Esperanza. Perseveremos trabajando “por un mundo mejor y por una humanidad más feliz”. Y no se trata de un simple argumento, sino del camino efectivo para la victoria.

Ecumenismo: un poderoso instrumento para la pacificación de los pueblos

Como registré en mi libro Jesús y la Ciudadanía del Espíritu (2001), la Paz entre las naciones sigue siendo sinónimo de astucia e incredulidad. Solo habrá la pacificación del ser humano cuando la Solidaridad y la Fraternidad —el último y olvidado baluarte*2 de la Revolución Francesa— habiten en los corazones.

Es urgente que el ser humano, incluso por cuestión imperiosa de supervivencia, no solo predique la Paz, sino que se transmute en ella. Al vivir este estado natural de Ciudadanía del Espíritu, podremos decir con Jesús: “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan Paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, Yo he vencido al mundo (Evangelio, según San Juan, 16:33).

De ahí el Ecumenismo ser verdaderamente un poderoso instrumento de Paz en un planeta donde cualquier fanático promueve la guerra.

Jesús enseñó: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Evangelio, según San Mateo, 5:9).

Abro un paréntesis para transcribir una observación esclarecedora que forma parte de mi artículo “El dinamismo de la Paz”, que dediqué a los participantes de la Cumbre de la Paz Mundial para el Milenio, realizada en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, Estados Unidos, en agosto de 2000:

Siempre que lea en mis escritos o escuche en mis improvisaciones la palabra “Ecumenismo”, por favor, considere el aspecto original del término. De acuerdo con su etimología, “ecuménico” (del griego oikoumenikós) significa: “toda la tierra habitada” y “de objetivo o aplicabilidad mundial; universal”. Utilizamos mucho ese término porque no habrá verdadera Paz entre las naciones mientras no sea extendida a todos los habitantes de la Tierra, independientemente de su religión, su visión particular ideológica, de la ciencia, la política, la filosofía, del arte, del deporte, etc. Ahora más que nunca, en estos tiempos globales, la paz restringida es una permanente convocatoria para nuevos conflictos.

Superar los obstáculos

Alziro Zarur aseguraba que: “En verdad, quien realmente ama a Dios ama al prójimo, sea cual sea su religión, o sin religión”.

Y con su permiso añadiría: su etnia, color, nacionalidad, cultura, etc.

Es básico sostener un buen diálogo para el ejercicio de la Democracia, que es el régimen de la responsabilidad.

Construcción responsable de la Paz

Para concluir, recurro a un argumento que presenté durante mis conferencias en la serie “El Apocalipsis de Jesús para los Simples de Corazón”, igualmente adecuado a quienes tal vez piensen que la construcción responsable de la Paz sea imposible: (...) ¿Esto es una utopía? ¿Sí? Todo lo que hoy es visto como progreso se consideró delirante en un pasado no tan remoto. (...)

Si se invirtiera mucho más en educación, instrucción, cultura y alimentación, iluminadas por la Espiritualidad Superior, los pueblos tendrían mejor salud; por lo tanto, mayor calificación espiritual, moral, mental y física, para la vida y para el trabajo, y menores serían los gastos en seguridad. “¡Ah!, ¡es un esfuerzo de muchos años!”. Por eso, ¡no perdamos más tiempo! Si no, las conquistas civilizadoras en el mundo, que amenazan derrumbarse, podrán dar paso al contagio de la desilusión, que afectará a toda la Tierra. No podemos permitir tal coyuntura.

Sobre todo, se debe fortalecer la Fraternidad Real, la que predicaba Zarur en su poema homónimo, sobre la Legión de la Buena Voluntad, Institución fundada por él. Esa Fraternidad es capaz de congregar a los opuestos y hacer surgir de sus paradojas soluciones para los problemas que asfixian a la humanidad, porque, como me gusta repetir, hay mucho que aprender unos de los otros.

El corazón azul que pulsa la comunión de los pueblos

Vale recordar las palabras que están en el corazón azul de la LBV, con sus 34 eslabones de Solidaridad Universal, representando el número del versículo bíblico en el que aparece la Orden Suprema del Cristo (Buena Nueva, según San Juan, 13:34): “Ámense como Yo los he amado”. Es el bendecido cántico de una multitud de Ángeles en el Cielo, anunciando al unísono la Primera Venida Visible del Supremo Gobernante del planeta Tierra: “Gloria a Dios en las Alturas, y Paz en la Tierra a los hombres [y a las mujeres, a los jóvenes, a los niños y a los Espíritus, Almas Benditas] de la Buena Voluntad de Dios” (Evangelio, según San Lucas, 2:14).

¡Qué la Paz de Dios esté ahora y siempre en el corazón de todos!

¡Quien confía en Jesús no pierde su tiempo, porque Él es el Gran Amigo que no abandona a un amigo en medio del camino!

¡Cuanto más cerca de Jesús, más lejos de los problemas!

¡Viva Jesús en nuestros corazones para siempre!

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*1
Causa Causarum: expresión en latín que significa la Causa de las causas, en este caso, Dios.
*2 Los tres baluartes de la Revolución Francesa (1789): Libertad, Igualdad y Fraternidad.

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.