Pena de muerte ¿será esta la solución?

La pena de muerte sólo atrapa al rateros

Legalizar la pena de muerte no representa la solución para problemas de ningún tipo. En primer lugar porque la violencia engendra más violencia. Si el asesinato legalizado fuese la salida, los Estados Unidos serían el país mas tranquilo del mundo, y sin embargo no lo es. Está también el grave riesgo de ejecutar inocentes, cosa que, dicho sea de paso, a la gente “muy humana” le encanta hacer. Véase como ejemplo lo que se le hizo al Cristo, a Sócrates, a los apóstoles y a tantos otros. Finalmente, todos sabemos que la pena de muerte funciona tan sólo contra quienes cometen crímenes menores, contra los ladronzuelos. Ha sido siempre así, incluso cuando no había silla eléctrica o inyecciones letales. En este mundo meten preso al que se roba un pan, y al que roba la Patria capaz que lo eligen para algún cargo.

Sólo como razonamiento, si todos los que desean que se implante la pena de muerte lograsen probar que los verdaderos ladrones, ésos que guardan miles de millones de dólares en los bancos suizos y en las Bahamas, que arruinan las esperanzas del pueblo, si ésos fuesen los primeros castigados con la pena, tal vez yo mismo levantase mi voz a su favor. Creo que así he expresado lo absurdo de todo eso.

En realidad, el ladronzuelo es una consecuencia del gran ladrón.

Además, mucha gente en el mundo ya se muere de hambre. ¿Hay castigo peor que ése? Tenemos que implantar ya mismo, tal y como lo propongo desde hace años, la sentencia de vida. Eso sí hace falta. Abortar y esterilizar, cosa que se hace a montones por ahi, no sirve de nada. La miseria y el hambre siguen feroces, montadas sobre el caballo negro del Tercer Sello del Apocalipsis. El que tiene ojos para ver, que vea; el que tiene oídos para oír, que escuche.

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.