El mensaje de la tumba vacía

En mi obra Liderar bajo la Protección de Dios, se encuentran escritos que envié a los que, a lo largo de los años, se esfuerzan conmigo en la Instituciones de la Buena Voluntad. En estos textos, busco realzar la imprescindible herramienta de la Espiritualidad Ecuménica para el éxito en las tareas de nuestras vidas. Uno de ellos, de fecha 25 de agosto de 1997 (en la madrugada del lunes), escrito en la ciudad de Rio de Janeiro/Rio de Janeiro, Brasil, trata del más destacado hecho de la Semana Santa. Como el documento es extenso, separé algunos puntos:

El Ideal de la Buena Voluntad siempre sobrevivirá, porque tiene su cuerpo místico iluminado por una innegable naturaleza realista que desciende de Dios, tal cual la Nueva Jerusalén, ya que incorpora en sí mismo nuevo Cielo y nueva Tierra (Apocalipsis, 21:1 y 2). En sus potentes manos trémulas el lábaro del Tercer Milenio de la Esperanza. 

Arquivo BV

Alziro Zarur

Este trabajo, que tuvo su inicio con la prédica del Apocalipsis, en 1949, surgió comprensible por un fuerte optimismo, ya que Alziro Zarur (1914-1979) no presentó el Libro de las Profecías Finales como el anuncio trágico del fin del mundo, sino, sí, como realmente él es: el aviso renovado de una gran transición, en que “a cada uno será dado de acuerdo con sus propias obras” (Evangelio según San Mateo, 16:27, y Apocalipsis de Jesús, 22:12). No se trata, pues, del “fin de la Tierra”,  sino del fin de una era que no tenía como continuar más. El desamor reinaba en demasía.

Efemérides de las civilizaciones

Civilizaciones que se consideraban insustituibles tuvieron su “eternidad” revelada como efímera, semejante a la corta duración de las “rosas de Malherbe”.

Ahora, somos Espíritu y, como tal, infinitos. Siendo así, no podemos temer fronteras que constriñen el tiempo y espacio, como quieren algunos, ni volver mezquino el mensaje profético de Dios. Él nos muestra la razón transitoria de los brillos humanos, cuya transformación está expuesta en los Sellos, Trompetas y Flagelos del Apocalipsis. Nos demuestra también la perennidad de las construcciones del espíritu del hombre, cuando reconoce, racional o intuitivamente, recibir de Dios toda la luminosidad de su pragmatismo, por intermedio del Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, y de los Espíritus Santos, que históricamente se expresa en la Resurrección de Jesús. El Apocalipsis nos ofrece la certeza de que no ocurrirá la destrucción del planeta, según predican ciertos pesimistas crónicos; sino, un desmoronar de la parte deteriorada de una estructura podrida, como en el final de los reinados e imperios, de tal forma que el Evangelista y Profeta no percibe más ni el antiguo cielo (con sus terribles umbrales o purgatorios) ni la vieja tierra (con sus infiernos de guerras, hambres, miserias, fanatismos, racismos, resumiendo: odios de todos los matices que ofenden a un Padre, que es Amor). De un supuesto término, se yergue un extraordinario principio.

Tela: Carl Bloch (1834-1890)

    

La muerte no puede detener la acción del Espíritu

Como fue la Resurrección de Jesús, el simbolismo emblemático de la Tumba Vacía, la que nos alerta que el hecho de la muerte no puede detener la acción del Espíritu, perpetuamente habrá, para nosotros, la certeza de épocas más auspiciosas. Es Dios Quien afirma en el Apocalipsis (21:5) que hará, no obstante los dolores provocados por la insensatez humana, “nuevas todas las cosas”. Sin embargo se hace necesario que cooperemos a favor de esa feliz desiderata (Según Epístola de San Pedro, 3:12).

Tela: Frank P. Ordaz

     

Jóvenes de Buena Voluntad, de cuerpo y de Alma, no es otra la tarea de ustedes si no llevar, en todas las lenguas, la prédica de la Política de Dios, es decir, el Evangelio Apocalipsis del Cristo, a las naciones, siempre en Espíritu y Verdad, a la luz del Mandamiento Nuevo del Sublime Jefe de la Humanidad: “Amaos como Yo os amé. Solamente así podréis ser reconocidos como mis Discípulos. No hay mayor amor que donar la propia vida por sus amigos” (Evangelio de Jesús según Juan, 13:34 y 35; 15:9).

Es hora de bañar, con el Resplandor Divino, el Espíritu Eterno de la criatura, contribuyendo con los esfuerzos de tantas personas buenas en acción por el mundo. Por esto, la Super Red Buena Voluntad de Comunicación (radio, tv, prensa e internet) está ahí para universalmente llevar extraordinario mensaje de Dios a los Hombres y Mujeres, Jóvenes, Niños y Espíritus, a las Almas Benditas, de la Buena Voluntad de Dios. ¡Hablen, por lo tanto, al mundo!

La muerte no es más el lúgubre ingreso a  la Nada

No fue sin fuerte razón que Zarur afirmó: “Religión, Ciencia, Filosofía y Política son cuatro aspectos de la misma Verdad, que es Dios”.

Con la Resurrección de Jesús, la muerte dejó de ser el lúgubre ingreso a la Nada; dado que, en verdad, es la esplendorosa revelación que la felicidad en Dios, el Proveedor de todas las carencias, es eterna, como perenes son las realizaciones del Bien, en la Tierra y en el Espacio. 

Respetemos la vida, y ella nos bendecirá.

Cuando el Celeste Amigo reveló la Tumba Vacía, acabó con los imposibles, porque resucitó, conforme prometiera, de la muerte para la eternidad. Y nosotros con Él. ¡Gracias a Dios!

¡Feliz Pascua!

 

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.