Ciencia, Tecnología, Innovación, Cultura y el papel de la Solidaridad Ecuménica

Artículo publicado en la revista BUENA VOLUNTAD Desarrollo Sostenible, enviada a las Naciones Unidas en julio de 2013.

Tengo el placer de saludar a los eficaces signatarios de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, Jefes de Estado y de Gobierno, Representantes de las agencias internacionales, del sector privado y de la sociedad civil, presentes en la Reunión de Alto Nivel del Consejo Económico y Social (ECOSOC) en 2013, en el Palais des Nations, Oficina de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra (UNOG), Suiza. Juntos, estamos en un esfuerzo más — aportando nuestra humilde contribución y apoyo — en favor de un futuro mejor, en el cual todos tengan acceso a una existencia merecidamente digna e igualitaria en deberes y derechos. Si bien se han emprendido y conquistado pasos importantes, aún falta mucho por hacer para que podamos experimentar la ciudadanía que nos ha sido concedida por la vida en comunidad, comunidad solidaria global, a la que le suelo dar el nombre de Ciudadanía Ecuménica. Y nuestra herramienta para erigir al Ciudadano Ecuménico es algo de lo que no podemos desistir: el espíritu universalista, cuyo instrumental es la Solidaridad, iluminando mentes y sentimientos. El Ciudadano Ecuménico es aquel que no pierde su tiempo en conflictos de intolerancia con los demás — porque ellos no tienen el mismo pensamiento social, político, religioso, o no pertenecen a la misma cultura o etnia —, sino el que une fuerzas para disminuir la avasalladora carencia que afecta a comunidades, a multitudes o a una única persona.

Por lo tanto, el tema propuesto en este evento del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) no podría ser más adecuado y actual: “Ciencia, Tecnología e Innovación, y el potencial de la cultura en la promoción del desarrollo sostenible”.

La más potente herramienta contra la miseria global

La Legión de la Buena Voluntad (LBV) desde hace 63 años lucha sin descanso contra el hambre y las desigualdades y en pro de la sostenibilidad, sin olvidarse jamás de emprender un hercúleo combate a la peor de las carencias, que obstaculiza de manera directa el éxito de cualquier tentativa de transformación benéfica en la Tierra: la falta de solidaridad, de fraternidad, de misericordia, de justicia; por consiguiente, la aridez del Espíritu, del corazón.

Por esto me gustaría inicialmente recordar a todos lo que expresé en la revista Globalización del Amor Fraterno, enviada a la Reunión de Alto Nivel del ECOSOC, en 2007, también realizada en el Palais des Nations. En ella, presenté, entre otros, fragmentos de la entrevista que concedí, el 18 de octubre de 1981, al periodista italiano, radicado en Brasil, Paulo Parisi Rappoccio, en la que afirmo que la Solidaridad se expandió del luminoso campo de la ética y se presenta como una estrategia, de modo que el ser humano pueda alcanzar y garantizar su propia supervivencia. A la globalización de la miseria contraponemos la globalización de la Fraternidad, que espiritualiza y ennoblece a la Economía y solidariamente la disciplina, como fuerte instrumento de reacción al pseudofatalismo de la pobreza. (...) No se pide un repentino milagro — aunque nada sea imposible —, sino el fortalecimiento de un ideal que se establezca, etapa por etapa, hasta que se termine su extraordinario trabajo.

Y así concluí esta parte de mis palabras al periodista Paulo Parisi.

La solidaridad para incentivar los objetivos

Es fundamental aliar la fórmula Tecnología, Ciencia, Innovación y Cultura a la Solidaridad Ecuménica, para que se promueva, con mayor urgencia, esa transición hacia el pleno desarrollo sostenible. Integradas esas herramientas de progreso, por el auténtico sentido de Amor Fraterno y de Justicia, que nos distinguen de los animales feroces, podremos hacer que cesen los horrores que aún persisten en el mundo, cualesquiera que sean — como se encuentran relacionados en los ocho Objetivos del Milenio — el hambre; la miseria; la falta de acceso a una educación de calidad; la falta de respeto a la igualdad de género y a las mujeres y niñas; la mortalidad infantil; las condiciones inhumanas de embarazadas; el SIDA, la malaria, entre otras enfermedades gravísimas que aniquilan a poblaciones enteras; la expoliación al medio ambiente etc. Además de superar todas esas penurias — dure el tiempo que dure la lucha —, es nuestro deber que construyamos juntos un modelo nuevo de desarrollo que efectivamente preserve la vida en este mundo.

La globalización de la miseria y el centro de la economía altruista

En mi artículo “Independencia”, publicado por el Correio Braziliense el 7 de septiembre de 1986, exalto que el ser humano, con su Espíritu Eterno, es el centro de la Economía Altruista, la generadora de todo el progreso. Sin él, no hay trabajo ni capital ni mercado consumidor.

Decía Gandhi (1869-1948) que
— “El capital en sí no es malo; su uso incorrecto es lo malo”.

La riqueza de un país está en el corazón de su pueblo. No obstante, naciones enteras aún sufren miseria. Conviene recordar que las barrigas vacías y los Espíritus frustrados generalmente no están dispuestos a oír. (...)

En una época en la que por el avance de la tecnología las expectativas de producción exceden las proyecciones, ¡el hambre es realmente un escándalo! No solo el del cuerpo, como también el del conocimiento, es decir, de la Educación espiritualizada, sin la que ningún pueblo es fuerte. Anacrónicamente, nunca el mundo conoció, por un lado, tanta abundancia y, por otro, tamaña penuria. Y esto con seguridad podrá llevar el planeta a una nueva serie de guerras inimaginables y epidemias impensadas. Los ómnibus, los camiones, los navíos, los aviones están ahí para extenderlas. Es la globalización de la miseria y, por lo tanto, del hambre y de las enfermedades más sorprendentes (...).

Volviendo a la entrevista que concedí a mi colega de periodismo Paulo Parisi, destaco que se volvió impostergable iluminar la Economía con el lucero ético de la Caridad para que el ansia desmedida por el capital, es decir, la corrupción y la ganancia, no destruya la democracia — digamos — consolidada en algunos lugares e iniciándose en otros. De lo contrario, continuaremos asistiendo, horrorizados, a la negación del derecho a la libertad, a la vida, a la salud, al estudio, al empleo y a la felicidad de multitudes que cometieron la osadía de nacer.

Tecnología sublimada

No podemos vivir aisladamente en una burbuja tecnológica que no comparte sus efectos benéficos, excluyendo a las poblaciones sin acceso a la ciencia de punta. He aquí un gran desafío en las discusiones que entablamos en este evento, en las Naciones Unidas.

En la década de 1980, escribiendo para el periódico Folha de S.Paulo, de la capital del Estado de São Paulo, Brasil, afirmé que en ningún tiempo la civilización alcanzó un grado de tecnología tan alto. Inmediatamente pregunté y respondí: ¿Qué falta, pues, para que haya Paz? Falta sublimar las acciones del progreso con la Espiritualidad Ecuménica, que potencialmente nos acompaña — sepamos o no sepamos, queramos o no, razón por la que nosotros, pueblos, continuamos vivos.

Derecho de defensa

(…) Debemos siempre luchar por la Paz. Pero no ser incapaces de defendernos, naturalmente no con el espíritu feroz y destructivo de la venganza, porque ella moralmente desorienta a las personas. Por lo tanto, nunca seamos cómplices de lo que está equivocado, sino uniendo el Alma a esa elevada alianza civilizadora que es el sentimiento de benevolencia que nace del corazón (...). Con el fin de hacer más claro este razonamiento, recurro a esta advertencia de Confucio, con la cual desde temprano me identifiqué. Él afirma, desde lo alto de su sabiduría milenaria:

— “Se paga la Bondad con la Bondad, pero el mal con la Justicia”.

El famoso pensador chino evidentemente no se refería a la revancha, que es antípoda al sentido de Justicia verdadera.

Civilización y tecnología para la Paz

En la revista Paz para el Milenio, especialmente confeccionada para la Conferencia Cumbre de la Paz Mundial para el Milenio, promovida por la ONU, en agosto de 2000, en la sede de la Organización en Nueva York, argumenté: ¿Le falta algo a la tecnología globalizadora? Sí, corazón y mente (es decir, mayor alianza entre sentimiento e intelecto), mundializar la Solidaridad, de manera que, entre otras cosas, Internet sea, cada vez más, un poderoso camino de Paz y de transformaciones, incluidas las sociales, y no el alterado sistema nervioso de la sociedad tecnológica.

Por esto, proponemos vivir en Sociedad Solidaria, Altruista, Ecuménica, donde no haya espacio para la constante falta de humanidad de la propia Humanidad para con ella misma, lo que provoca tantas víctimas en el proceso de desarrollo. Sin embargo, si el progreso no existiera, estaríamos viviendo en la era primitiva del ser humano.

En la página “Vocación de progreso”, en el Jornal de Brasília, de la capital de Brasil, del 16/11/2010, en el que reproduzco fragmentos de mi obra Ciudadanía del Espíritu (Editora Elevação, 2001), argumento que el día en que la Ciencia traspase las fronteras establecidas no por ella misma, sino por algunos temerosos corifeos de su luminosa área de actuación, la Humanidad no conocerá más obstáculos para cumplir su magnífico destino de civilización civilizada...

Sin Fraternidad ecuménica, no existe planeta

Siempre defendí e hice constar en artículos, en la prensa y en Internet, que no hay límites para la solidaria expansión del Capital de Dios: el ser humano con su Espíritu Eterno.

Por lo tanto, la mejor tecnología a ser desarrollada en estos tiempos de globalización desenfrenada es la del conocimiento de nosotros mismos. Es superior a cualquier descubrimiento tecnológico, pues tiene el poder de impedir que el individuo (informatizado o no) caiga de una vez en el sufrimiento por haber descendido a la barbarie más completa.

Sin el sentido de Fraternidad Ecuménica, acabaríamos con el planeta, manteniendo nuestros cerebros brillantes, pero los corazones opacos. La anhelada reforma de la sociedad no llegará a su plenitud si no tuviera en alta consideración el Espíritu del ciudadano (o ciudadana). (...) El mundo necesita reforma, sí y siempre, que le den pan y estudio; sin embargo, necesita igualmente del indispensable alimento del Amor y, por lo tanto, del respeto.

La Solidaridad y la Fraternidad son justamente combustibles que motivan la acción diligente de todos los actores sociales idealistas de la comunidad internacional.

La paz y el entendimiento entre los pueblos

Pues, si la tecnología supera barreras humanas — Internet es un ejemplo de esto —, es fundamental que la Solidaridad se desarrolle antes, con el fin de iluminarle los caminos. Nunca tuvimos un momento más propicio para demostrar cuán potencialmente grandes son las posibilidades de usarla al servicio de los pueblos.

Que bajo la invocación de Ciencia, Tecnología, Innovación y Cultura, sin prescindir del exaltado espíritu de solidaridad humana, podamos al finalizar este encuentro abrazar, juntos, un programa de realizaciones pautado en el entendimiento común que los miembros de la ONU, desde su fundación, persiguen, así como las Mujeres, los Hombres, los Jóvenes, los Niños y los Espíritus de verdadera Buena Voluntad.

¡Muchas gracias a todos!

Me despido con la palabra de Paz de algunos de aquellos que, a lo largo de la historia, se esforzaron por la construcción de un mundo mejor:

—“Nuevo Mandamiento os doy: Amaos como Yo os amé. (...) No hay mayor Amor que dar su propia Vida por sus amigos”
(Evangelio según San Juan, 13:34 y 15:13).
Jesucristo

— “Jamás alcanzaréis la virtud, hasta que hagáis de la caridad aquello que más apreciáis. Y sepa que, de toda caridad que hagáis, Allah lo sabe bien”.
Profeta Muhammad (570-632)
—“¡Que la paz y la bendición de Dios estén sobre él!” — Islamismo

— “Dios creó al ser humano de tal forma que él solo puede ser feliz practicando el Bien”.
Alziro Zarur (1914-1979), periodista, hombre de radio, escritor, poeta y activista social, fundó la Legión de la Buena Voluntad (LBV), el 1ero de enero de 1950 (Día de la Paz y de la Confraternización Universal).

— “La construcción de un mundo pacífico no es algo que se pueda realizar escribiendo un tratado. Se necesita tiempo para elaborar las relaciones entre los seres humanos; pero, si aspiramos a la Paz, eso es lo que se debe hacer”.

Eleanor Roosevelt (1884-1962), ex Primera Dama de los EE UU, notable Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

— “La justicia es el apoyo del mundo y la injusticia es la fuente de todas las calamidades que lo afligen. Si la humanidad, la compasión, la sensibilidad, son virtudes necesarias a la sociedad, la ausencia de esas disposiciones debe ser considerada como odiosa y criminal”.
Barón d’Holbach (1723-1789), filósofo ateo, enciclopedista franco alemán.

— “No queremos empobrecer a los ricos o enflaquecer a los poderosos. Queremos el equilibrio de la fuerza y un acceso más justo de los pueblos a los instrumentos de prosperidad y a las fuentes del bienestar de la humanidad”.
Oswaldo Aranha (1894-1960), abogado, político y diplomático brasileño, en un discurso durante la 12da Sesión Ordinaria de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en 1957.

—“El bienestar en la vida se obtiene con el perfeccionamiento de una buena convivencia entre los hombres”.
Maimónides (1135-1204), médico, filósofo y teólogo judío.

— “Sueño con el día en que todos se levantarán y comprenderán que fueron hechos para vivir como hermanos”.
Nelson Mandela, abogado, ex Presidente de África del Sur y Premio Nobel de la Paz (1993).

—“A todos los que sufren y están solos, dad siempre una sonrisa de alegría. No les proporcionéis solo vuestros cuidados, sino también vuestro corazón”.
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), misionera y Premio Nobel de la Paz (1979).

— “Debemos amarnos los unos a los otros: amar a aquellos cuyas opiniones compartimos, así como a aquellos de cuyas opiniones discrepamos”.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), filósofo y teólogo católico.

— “El trabajo social necesita de la movilización de lasfuerzas. Cada uno colabora con aquello que sabe hacer o con lo que tiene para ofrecer. De este modo, se fortalece el conjunto que sustenta la acción y cada uno siente que es una célula en la transformación del país”.
Zilda Arns (1934-2010), médica pediatra, higienista brasileña y fundadora de la Pastoral da Criança.

— “Si los hombres pusieran el deber en primer lugar y el éxito después, ¿no mejoraría su integridad?”.
Confucio (551-479 a.C.), pensador y filósofo chino.

— “Los árboles fueron parte esencial de mi vida y me dieron muchas lecciones. Ellos son símbolos vivos de paz y esperanza. Un árbol tiene sus raíces en el suelo y, aun así, se yergue al cielo. Él nos dice que, para tener cualquier aspiración, necesitamos estar bien asentados y que, por más alto que podamos llegar, es en nuestras raíces que tenemos nuestra base de sustentación”.
Wangari Maathai (1940-2011), profesora keniana y activista política del medio ambiente y Premio Nobel de la Paz (2004).

— “No puede haber paz, ni progreso mientras haya discriminación y violencia contra las mujeres”.
Michelle Bachelet, médica, política, ex Presidente de Chile y ex Directora Ejecutiva de la ONU Mujeres.

— “Sin perdón no hay futuro para las relaciones entre individuos, ni entre naciones”.
Desmond Tutu, arzobispo anglicano y Premio Nobel de la Paz (1984).

—“No existe vida feliz, individual o colectiva sin un ideal”.
Anália Franco (1856-1919), profesora espiritista, periodista, poetisa y filántropa brasileña.

— “Un problema solo surge cuando están presentes todas las condiciones materiales para solucionarlo o por lo menos están en proceso de formación”.
Karl Marx (1818-1883), ateo materialista, economista e historiador alemán.

— “Cuando el carpintero naval necesitaba de madera para hacer un mástil de un barco de vela, él no lo buscaba en un valle, sino en lo alto de la montaña, donde los árboles fueron castigados por los vientos. Esos árboles, él lo sabía, eran los más fuertes de todos. No escogemos las dificultades, pero si las enfrentamos con valentía, ellas podrán fortalecer la fibra de nuestra alma”.
Billy Graham, religioso protestante norteamericano.

— “El odio no destruye el odio; solo el amor destruye el odio. Esta es una ley eterna.
Siddharta Gautama (aprox. 556-486 a.C.), Buda,fundador del Budismo.

— “La paz no puede ser mantenida por la fuerza. Ella solo puede ser alcanzada por el entendimiento”.
Albert Einstein (1879-1955), físico teórico judío alemán y Premio Nobel de Física (1921).

— “El vacío promueve el vacío. Pero el contenido construye la libertad, principalmente si este tuviera como respaldo las bases del Espíritu, que se fundamentan en la Vida Eterna”.
Dr. Adolfo Bezerra de Menezes Cavalcanti (Espíritu) (1831-1900), respetado médico,militar, escritor, periodista y político, conocido en Brasil como “El Médico de los Pobres”.

— “La persona devota es benevolente con todos. Es benevolente por causa de su sabiduría, por causa de su comprensión de la verdad, por causa de la bondad de sus pensamientos, en sus palabras, en sus actos”.
Zaratustra (628-551 a.C.), fundador del Zoroastrismo.

— “Solo hay una cosa en este mundo, a la que vale la pena dedicar toda la vida. Es la creación de más amor entre los pueblos y la destrucción de las barreras que existen entre ellos”.
León Tolstoi (1828-1910), escritor ruso.

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.